LECCIÓN
-Paula, ¿usted sabe qué es es una oveja?
-Sí. La oveja es una nube con paticas.
¿QUÉ ES EL GATO?
El gato
es una gota
de tigre.
¿QUÉ ES EL RÍO ?
El río
es un barco
que se derrritió.
¿QUÉ ES LA GAVIOTA?
La gaviota
es un barquito de papel
que aprendió a volar.
¿ QUÉ ES LA TRISTEZA?
La tristeza
es un ajedrecista
que siempre juega
con las piezas grises.
¿QUÉ ES EL SILENCIO?
El silencio son seis cuerdas sin guitarra.
EL ENEMIGO VERDADERO
Un día me encontré cara a cara con un tigre y supe que era inofensivo.
En otra ocasión tropecé con una serpiente cascabel y se limitó a hacer sonar las maracas de su cola y a mirarme pacíficamente.
Hace algún tiempo me sorprendió la presencia de una pantera y comprobé que no era peligrosa.
Ayer fui atacado por una gallina, el animal mas sanguinario y feroz que hay sobre la tierra.
Eso fue lo que le dijo el gusanito a sus amigos.
domingo, 5 de septiembre de 2010
USTED
Usted
que es una persona adulta
- y por lo tanto-
sensata, madura, razonable,
con una gran experiencia
y que sabe muchas cosas,
¿qué quiere ser cuando sea niño?
Jairo Aníbal Niño
que es una persona adulta
- y por lo tanto-
sensata, madura, razonable,
con una gran experiencia
y que sabe muchas cosas,
¿qué quiere ser cuando sea niño?
Jairo Aníbal Niño
CUANDO PASAS
Cuando pasas,
se cae un cuaderno
un pie tropieza,
se escurren unos anteojos,
se oprime una garganta,
un par de manos sudan,
se extravía una bufanda.
Lo que ocurre
es que el cuaderno,
el pie,
los anteojos,
la garganta,
el par de manos
y la bufanda
están locos por ti.
Jairo Anibal Niño
se cae un cuaderno
un pie tropieza,
se escurren unos anteojos,
se oprime una garganta,
un par de manos sudan,
se extravía una bufanda.
Lo que ocurre
es que el cuaderno,
el pie,
los anteojos,
la garganta,
el par de manos
y la bufanda
están locos por ti.
Jairo Anibal Niño
AYER POR PRIMERA VEZ
Ayer por primera vez
supe lo que era la aritmética
cuando, sin que nadie se diera cuenta,
me besaste en los labios.
Ayer por primera vez
supe que 1 más 1 son 1.
Jairo Anibal Niño
supe lo que era la aritmética
cuando, sin que nadie se diera cuenta,
me besaste en los labios.
Ayer por primera vez
supe que 1 más 1 son 1.
Jairo Anibal Niño
NO BUSQUES MÁS TU CUADERNO DE GEOGRAFÍA
No busques más tu cuaderno de geografía.
Yo lo saqué de tu morral.
No quisiste ir a matiné conmigo,
el domingo pasado.
Mis amigos me contaron
que estabas en compañía de Bermúdez,
el grandote que practica la lucha libre.
Me contaron que estabas muy linda,
y que te reías a cada rato.
No busques más tu cuaderno de geografía.
Ahora que está lloviendo,
asómate a la ventana,
y verás pasar ochenta barquitos de papel.
No busques más tu cuaderno de geografía.
Jairo Anibal Niño
Yo lo saqué de tu morral.
No quisiste ir a matiné conmigo,
el domingo pasado.
Mis amigos me contaron
que estabas en compañía de Bermúdez,
el grandote que practica la lucha libre.
Me contaron que estabas muy linda,
y que te reías a cada rato.
No busques más tu cuaderno de geografía.
Ahora que está lloviendo,
asómate a la ventana,
y verás pasar ochenta barquitos de papel.
No busques más tu cuaderno de geografía.
Jairo Anibal Niño
EL DÍA DE TU SANTO
El día de tu santo
te hicieron regalos muy valiosos:
un perfume extranjero, una sortija,
un lapicero de oro, unos patines,
unos tenis Nike y una bicicleta.
Yo solamente te pude traer,
en una caja antigua de color rapé,
un montón de semillas de naranjo,
de pino, de cedro, de araucaria,
de bellísima, de caobo y de amarillo.
Esas semillas son pacientes
y esperan su lugar y su tiempo.
Yo no tenía dinero para comprarte algo lujoso.
Yo simplemente quise regalarte un bosque.
Jairo Anibal Niño
te hicieron regalos muy valiosos:
un perfume extranjero, una sortija,
un lapicero de oro, unos patines,
unos tenis Nike y una bicicleta.
Yo solamente te pude traer,
en una caja antigua de color rapé,
un montón de semillas de naranjo,
de pino, de cedro, de araucaria,
de bellísima, de caobo y de amarillo.
Esas semillas son pacientes
y esperan su lugar y su tiempo.
Yo no tenía dinero para comprarte algo lujoso.
Yo simplemente quise regalarte un bosque.
Jairo Anibal Niño
El Descubridor del Mar del Sur
Vasco Núñez de Balboa detuvo la marcha de su tropa. Desmontó y lentamente levantó la cabeza en dirección de la cima erizada de arbustos espinosos. Desde allí tendría la fortuna de ver las aguas del nuevo mar. El sería el primero en vislumbrarlo y reclamaría la gloria de su descubrimiento.
Ese sueño había estado navegando tercamente en su ánima desde el día en que un indio le habló de un océano tan grande como el mundo, que estaba en algún lejano lugar del occidente, detrás de las montañas.
Vasco Núñez, ante esa noticia, sintió en su corazón de tahúr que un as de oros había llegado a su mano y se dispuso a jugarlo de la mejor manera posible, con el fin de ganarle esa partida al destino.
El juego había sido largo, sangriento y azaroso. En una ocasión, una india con figura de sota de copas estuvo a punto de matarlo al ofrecerle una vasija con licor emponzoñado, y no podía olvidar el abrazo de la gigantesca boa que, como un sinuoso as de bastos, intentó estrangularlo.
– ¿Lo acompaño? – preguntó con ansiedad el clérigo Andrés de Vera.
– No. Todos ustedes esperan en este lugar. Me pertenece el derecho de que mis ojos sean los primeros en ver el mar del Sur y descubrirlo.
El perro Leoncico lanzó un gruñido sordo y Vasco Núñez de Balboa sonrió al comprobar que su bestia lo estaba respal-dando.
El enorme animal se colocó frente a la tropa y se echó en el suelo. Leoncico era uno de los más despiadados combatientes españoles. Un escribano puntilloso que los acompañaba y que tenía la manía de contabilizarlo todo, ya había perdido la cuenta de los indios caídos bajo sus dentelladas. El animal crecía todos los días en astucia y en fiereza. Sus dientes habían adquirido un ominoso color rojo. Sus fauces abiertas mostraban dos amenazantes hileras de rubíes afilados.
– Cristóbal Colón descubrió una nueva tierra. Yo voy a descubrir un nuevo mar. Ojalá un hijo mío descubra un nuevo cielo – dijo Núñez de Balboa al emprender el ascenso.
Los miembros de su tropa permanecieron inmóviles. El viento sopló con fuerza y trajo agridulces perfumes de la selva.
– Huele a mujer pichona – susurró un soldado.
– Huele a presentimientos – musitó otro.
– No. Lo que olfateamos es el rico sudor del oro – dijo el clérigo.
Andrés de Vera, alto y flaco, tenía la sotana arremangada y sujeta a la cintura con un bejuco de agua. Completaba su atuendo un casco de fierro, botas altas y un gran crucifijo de acero que pendía de su cadera como una espada. Cayó de rodillas y cuando los demás lo imitaron, comenzó a rezar en voz alta. Fervorosamente sostenía en sus manos un rosario hecho con pepas de oro, perlas, y zafiros blancos.
Sobre el horizonte surgió una bandada de aves. Daba la impresión de que no volaba sino que caminaba sobre el aire con sus anchas patas en forma de platos. Los pájaros se alejaron prontamente caminando sobre los altos cielos de la selva.
Núñez de Balboa apuró el ritmo de su trepada. Todas sus pasadas fatigas se transmutaron en un ansia acezante que le llenaba la boca con un sabor a frutas de polvo. Se le dulcificaron también los recuerdos de los pantanos, los insectos, las víboras y los bosques tan altos y tupidos que caminar por ellos era hacerlo a través de una noche oscura. En esas ocasiones los indios guías repartían ramas de árboles fosforescentes que los hombres se colocaban a manera de lámparas en el pecho. Al marchar cortando la noche tenebrosa de esas selvas apretadas, parecía que cada hombre había cazado una estrella. Rememoró de manera lejana los combates en los que los indios habían caído bajo el fuego de los arcabuces, el filo de los aceros y la ferocidad de los perros. Sin poderlo evitar, le llegó, también, el retrato memorioso de la hermosa india Mincha.
Vasco Núñez de Balboa estaba muy cerca de la cima del cerro y su cuerpo se sacudió con una alegría y una exaltación nunca antes experimentadas. El legendario y maravilloso mar del Sur estaba, por fin, a su alcance. Nada ni nadie le quitaría la gracia de ser la primera criatura venida del viejo mundo que lo acercaría por primera vez a los ojos.
Se detuvo un instante y vislumbró a sus hombres, que inmóviles, lo esperaban abajo, al pie de la colina.
De repente, una sombra pasó por su lado. El perro Leoncico, como una exhalación, llegó a la cima y contempló la inacabable llanura de agua del nuevo mar. Miró a su amo de manera desdeñosa y aulló largamente. Abajo, la tropa se estremeció porque por primera vez había oído el esotérico canto de los perros.
Vasco Núñez de Balboa, presa la ira, la frustración y los celos, desenvainó su espada para darle un golpe, pero lo detuvo el hecho de pensar que no podía matar impunemente al verdadero descubridor del mar del Sur.
J a i r o A n i b a l N i ñ o
Nació en Moniquirá, Boyacá, en 1941. Incursionó primero en las artes plásticas y en la pintura. Fue miembro del grupo de pintores La Mancha. Posteriormente fue actor, director de teatro, titiritero y dramaturgo. Ha sido profesor universitario y director de grupos universitarios de teatro. Sus obras El golpe de Estado, El monte Calvo y Las bodas del hojalatero o El baile de los arzobispos, han sido merecedoras de varios premios. Entre sus guiones para cine se destacan Efraín González, ganador en el concurso de guiones para largometraje argumental convocado por Focine, y El manantial de las fieras. Ha escrito cuentos para adultos como Toda la Vida, conjunto de relatos cortos, y Puro Pueblo. Entre sus obras para niños se destacan: Zoro, ganadora del Premio Enka de Literatura Infantil en 1977. De las alas caracolí, Dalia y Zazir, Razzgo, Indo y Zaz, entre otras; y los libros de poemas La alegría de querer y Preguntario.
Fundición y forja
Todo se imaginó Supermán, menos que caería derrotado en aquella playa caliente y que su cuerpo fundido serviría después para hacer tres docenas de tornillos de acero, de regular calidad.
Jairo Aníbal Niño
Un adios, un recuerdo
La semana pasada se fue a contar sus cuentos a otro espacio, a otro lugar un icono de la Narración, Jairo Anibal Niño no sólo por su habilidad para contar sino por sus producciones. Comparto con ustedes algunos enlaces para recordarle...
https://mail.google.com/mail/?ui=2&view=bsp&ver=ohhl4rw8mbn4 Entrevista Tercer Encuentro Horizontes de la Narración.
https://mail.google.com/mail/?ui=2&view=bsp&ver=ohhl4rw8mbn4 Entrevista Tercer Encuentro Horizontes de la Narración.
Un regalo desde México
Hace unos res o cuatro años conocí en el encuentro de Narradores de Buga, Colombia, a una excelente narradora, una mujer que encuenta a quien le escucha. Experiencia hecha voz y gesto. Comparto con ustedes un hermoso regalo que desde México nos envía Rosa Marta, disfruten de los cuentos, de su voz...http://www.ellibrototal.com/ltotal/
Pasos para escuchar:
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